Destapan la inventiva boricua
Científicos, acedémicos y gente común y corriente dan rienda suelta a sus inventos y patentes con el objetivo de lograr llevarlos a la comercialziación. Mira los vídeos
La próxima revolución industrial del siglo XXI será la nanotecnología y Puerto Rico cuenta con una empresa incipiente para investigar, producir y comercializar estas partículas magnéticas microscópicas, para las que se estima existe un mercado infinito.
En el 2007, los productos que utilizaron la nanotecnología generaron ingresos de $147,000 millones a nivel mundial y se estima que para el 2015 alcanzarán $1 billón (trillion). Esta tecnología trabaja con la manipulación de objetos a escala molecular para fabricar partículas que pueden utilizarse en aplicaciones biomédicas, como MRI y en la liberación controlada de medicamentos.
NanoEssentials es la firma local que aspira a entrar y captar una porción de ese enorme mercado, gracias a una patente que desarrollaron dos de sus socias, Adriana Herrera y Carola Barrera, mientras estudiaban su doctorado en ingeniería química en la Universidad de Puerto Rico, en Mayagüez.
La empresa comenzará a producir el próximo mes esas pequeñas esferas magnéticas, llamadas nanopartículas -que son mucho más pequeñas que el diámetro de un cabello-, y las venderá, en un principio, a investigadores de las universidades Cornell y Chicago.
Pero la nanotecnología no es el único campo donde Puerto Rico está innovando.
Otro invento realizado recientemente en Puerto Rico es el del neurocirujano y oncólogo Luis Almodóvar, quien en el 2005 desarrolló un nuevo concepto de sutura que promete hacer el proceso más rápido, fácil y seguro. Tiene cuatro piezas de propiedad intelectual y está en vías de licenciar la patente a una de 15 firmas estadounidenses que manufacturan dispositivos médicos.
Tanto los dispositivos médicos como la nanotecnología son sólo ejemplos del auge que ha venido cobrando la inventiva boricua durante los últimos años.
De hecho, no todos los inventos creados en Puerto Rico son realizados por científicos o académicos. Hay también gente común, como Gregory Mojena, quien tiene la habilidad de encontrarle soluciones a los problemas cotidianos. Desde 1993 ha patentado tres productos y creado una decena más, entre ellos un equipo desechable para muestras de orina para cultivo, un filtro para desperdicios que se escapan por los fregaderos y piletas, y un ungüento para combatir el hongo.
Hasta ahora, la mayoría de los inventores puertorriqueños han generado gran parte de sus inventos solos, a pulmón, ya que las ayudas son pocas y están fragmentadas.
Talento sin apoyo
“El problema que tenemos los inventores es la falta de apoyo. Aquí hay mucho talento y necesitamos la manera de poner estas ideas a funcionar”, manifestó el neurocirujano Almodóvar. Contó que hace 10 años, cuando se le ocurrió la idea del mecanismo de sutura estaba recién graduado y sin dinero. Para costear su patente, hizo un préstamo personal y recurrió a sus tarjetas de crédito. Y más tarde, fueron sus parientes quienes le prestaron los $60,000 para construir el prototipo, pues el inversionista que contactó le puso muchas trabas para asumir el riesgo.
“Si tuviéramos un ecosistema para inventores tendríamos una línea de producción de patentes diaria porque nosotros somos bien innovadores y creativos”, agregó el médico, al tiempo que asegura que si Puerto Rico logra desarrollar una cultura del conocimiento, la economía mejoraría debido a que se crearían empleos, infraestructura y nueva tecnología.
Es tal vez la falta de ese ecosistema la razón de por qué Puerto Rico apenas ha sometido una veintena de patentes o menos a la U.S. Patent and Trademark Office (USPTO) anualmente. Al analizar más a fondo las cifras, encontramos que la Isla ha radicado 883 desde el 1963 hasta el 2008, lo que lo sitúa en el último lugar al compararlo con los 50 estados de la unión. Alaska que ocupa el penúltimo lugar en patentes, ha radicado 1,280 en ese mismo periodo.
Competencia global
Países como Irlanda y Singapur, que hace 25 años generaban una cifra de patentes similar o por debajo a la de Puerto Rico, hoy nos superan exponencialmente. Por ejemplo, en el 2008, Irlanda y Singapur radicaron 164 y 399 patentes, respectivamente. En cambio, Puerto Rico radicó apenas 14 durante ese mismo año.
Según Mojena, la razón está en que los gobiernos en la Isla no le han prestado atención a los inventores. “No han tenido la visión de crear un programa con recursos para impulsar la creación de inventos. Conseguir la patente es difícil, pero es casi imposible comercializar el invento, ya que el inventor no tiene capital y los bancos son reacios a prestarle porque un producto nuevo conlleva mucho riesgo”.
Con el fin de apoyarse mutuamente, fue que se creó en el 2007 la Asociación de Inventores de Puerto Rico. “Nos organizamos porque no había una red tecnológica que sirva de apoyo al inventor en la comercialización de sus ideas”, dice su presidente Omar Fontánez, quien ha inventado juguetes, calzado y dulces para niños, además de haber solicitado una patente para unos espejuelos con linterna integrada.
Fontánez señala que los países con las economías más fuertes son los que generalmente lanzan al mercado sus inventos en corto tiempo. Japón encabeza la lista, con 5.4 años, y Estados Unidos ocupa el sexto lugar con 6.2 años.
Lamenta que en Puerto Rico no haya un ecosistema de apoyo al inventor y que exista tanto desconocimiento sobre cómo producir capital intelectual. “Aquí los inventores tienen menos derecho que las mascotas”, expresó Fontánez con un aire de frustración.
Incentivo a la creatividad
Javier Vázquez, director de la Compañía de Fomento Industrial (Pridco), reconoce que el ecosistema ha estado fragmentado, pero asegura que en los últimos años el gobierno, en unión a la academia y al sector privado, está dando los pasos para apoyar al inventor local y ayudarlo a comercializar su idea. Señaló que la comercialización de inventos es parte esencial del plan estratégico de la administración para impulsar la economía.
Vázquez indicó que existe un ‘task force’ en el que participan Pridco, la Asociación de Inventores de Puerto Rico y el Puerto Rico Inventors Forum, para auscultar las necesidades de los inventores y presentar legislación que favorezca a la industria del conocimiento.
El ‘task force’ tiene metas concretas, dijo el titular de Pridco, y entre ellas está el elevar a 50 el número de patentes radicadas por puertorriqueños para el 2013, que es más de doble de las radicadas en años recientes. De esas 50, se espera que el 20% -o sea 10- se puedan comercializar.
La meta es razonable, si se considera que cada mes acuden o llaman más de 60 personas a Pridco en busca de ayuda para patentar o comercializar su invento. En el 2008, se comunicaron 800 personas con Pridco, y menos del 1% de ellas radicó una solicitud de patente. De las siete que radicaron, dos han obtenido la aprobación del USPTO, según el director de Pridco.
¿Cómo radicar una patente?
El proceso de radicar una patente no es fácil, advierte Eugenio Torres, uno de los pocos abogados especializados en patentes en la Isla.
Torres explica que el costo de una patente, en muchos casos, supera los $12,000. La solicitud de la patente cuesta $1,000 aproximadamente, pero hay una tarifa especial para inventores independientes y pequeñas empresas, equivalente a la mitad de la tarifa.
Una vez radicada la solicitud, la USPTO tarda entre tres y cuatro años en contestar. Si le otorga la patente, el invento estará protegido por 20 años en los Estados Unidos. El inventor puede también solicitar la protección en otros países. Si llena un documento conocido como el Patent Cooperation Treaty (PCT) durante el primer año de radicada la patente, tendrá 18 meses adicionales para radicar la solicitud en el país que interese. El costo del PCT es $3,000 adicionales.
El abogado reconoce que hace falta más ayuda al inventor, incluyendo de la banca, ya que el gobierno no puede financiar todas las ideas. “Aquí tú vas a pedir financiamiento para comercializar tu invento y la banca no te presta. No ven la patente como colateral, y la patente tiene un valor”.
Gilberto Márquez, director del Centro de Innovación y Tecnología del Puerto Rico Small Business and Technology Center (SBDTC) de la Universidad Interamericana, concurre con Torres e indica que la falta de financiamiento en etapas tempranas es el escollo mayor que enfrentan los inventores.
El Centro que dirige Márquez asesora a inventores en la preparación de patentes, en planes de negocio y en la identificación de mercados, entre otros. Además, les ayuda a preparar propuestas para el programa federal Small Business Innovation Research (SBIR), que concede regalías de hasta $750,000 a las pymes para fomentar la investigación y desarrollo en proyectos de alta tecnología. Ese Centro opera, en parte, con una aportación de $450,000 anuales de Pridco.
Pridco también aporta fondos al Grupo Guayacán y a la entidad sin fines de lucro Primex, para que apoyen a los inventores. Grupo Guayacán les ayuda con el financiamiento, mientras Primex les ayuda a generar planes operacionales eficientes mediante la transferencia de tecnología.
Vital el componente educativo
La educación es otro componente importante para desarrollar la economía del conocimiento. Consciente de ello, el gobierno anunció el pasado mes la creación de un Instituto de Propiedad Intelectual, que estará adscrito a la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Su objetivo será ayudar a diseminar conocimiento técnico-legal y fomentar un clima regulatorio legal en una economía basada en la innovación. Se espera que este nuevo instituto comience a operar a fines de 2010.
Es crucial además que las universidades fomenten más el empresarismo y la comercialización de los inventos, a juicio de Eduardo Juan, decano asociado de Investigación en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez.
El decano asociado es también inventor y socio de dos empresas incipientes en el área de tecnología. Su primera la creó cuando era estudiante en Purdue University. Allí inventó un dispositivo médico que usa ondas sonoras para monitorear los tubos endotraqueales.
Al presente, está a la espera de que la Food and Drug Administration apruebe el uso del dispositivo y su meta es que el mismo se utilice rutinariamente en pacientes hospitalizados en cuidado intensivo. Espera que el producto saldrá al mercado a fines de 2010.
“Puerto Rico tiene que empezar a generar sus propias empresas. Atraer capital externo es bueno, no hay duda; pero Puerto Rico tiene que empezar a desarrollar su base tecnológica”, dijo Juan, al tiempo que señala que eso se logrará en la medida que se creen más programas doctorales en el País.
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